La mayor soledad






Ya no tengo creencias a las que asirme.
No creo en la razón, ni en los sentidos.
No creo en leyes o en el destino.
No creo en los porqués.
Sólo sé que estamos vivos ante la inmensidad 
de un universo amenazante.
Y deberíamos aprender a vérnosla con esta verdad, 
y dejar de buscar aquellos velos; 
porque aunque tanta grandiosidad estremece, 
en ella estamos envueltos y a ella pertenecemos.
Ya no tengo a qué asirme,
y esa es la mayor soledad que puede sentir 
un ser humano.